jueves, 30 de junio de 2016

Otra lectura de Watchmen

Publicada hace casi 30 años, uno pensaría que ya no se pueden escribir más reseñas de Watchmen. Se han publicado cientos de artículos e investigaciones, libros y entrevistas que, aparentemente, han analizado a fondo este comic. La frase que comúnmente se utiliza es que Watchmen “deconstruyó” el género o modelo de comic-books, dando paso (junto a otros exponentes) a la idea de novela gráfica y a una madurez del medio. El plantear que esta obra es una de-construcción del género de súper héroes se refiere a que los autores han tomado los elementos pre-existentes del mismo y los han llevado a su forma más elemental y concreta, todo frente a un trasfondo más o menos objetivo.

Así, por ejemplo, el surgimiento de los vigilantes enmascarados, el idealismo de la edad de oro y plata y la inocencia altruista de aquellos orígenes se mezcla con aspectos realistas como la guerra fría, el miedo a la devastación atómica y la sexualidad, expresada esta última en los comportamientos de los personajes (hetero u homosexuales) ,la violencia sexual u otras características (como las disfunciones); con esto, se sacan a la luz las contradicciones propias de los seres humanos y su entorno, fenómeno del que los héroes no estarían ausentes. En esto se basan, principalmente, todas las obras consideradas “modernistas”

Ciertamente Watchmen es todo esto, y su grandeza está en dos elementos (igual que Los Beatles en la música): haber sido la primera que lo hizo y haberlo hecho bien en muchísimos planos. Una de estas dimensiones, que es digna de análisis, es la presencia de la mitología antigua como un motivo que recorre el desarrollo completo de la obra, y dentro de esto, el mito del Nudo Gordiano (o Gordian Knot, en el original) 


Ozymandias, Alejandro y el Nudo Gordiano

                                     Cuadro de Alejandro Magno cortando el Nudo Gordiano



 
La primera referencia literal a este mito es en el capítulo XI “Look on my Works, ye mighty…” (“Contemplad mis obras, vosotros los poderosos”, en su traducción al español) título sacado del poema de Percy Bysshe Shelley “Ozymandias”, en que se hace referencia a Ramses II, rey de reyes, y lo efímero de sus grandes obras frente al inexorable paso del tiempo. Veidt revela a sus ayudantes su pasado y su fijación con la vida y logros de Alejandro Magno, haciendo un recuento de uno de los mayores enigmas de la antigüedad: un nudo, supuestamente imposible de desatar, ubicado en Frigia, en la actual Turquía. Camino de sus conquistas en Persia y la India, Alejandro se detiene para resolver este problema. Un recuento de esta leyenda aparece en la obra del historiador latino Quinto Curcio Rufo:

“La Frigia, por donde había de pasar su ejército, era un país con más pueblos que ciudades. Entonces existía el palacio del rey Midas, famoso en otro tiempo. Gordio era el nombre de la ciudad, la cual estaba atravesada por el río Sangario y equidistaba del Ponto y del mar de Cilicia […] Habiéndose hecho Alejandro señor de la ciudad, visitó el templo de Júpiter. Vio el carro en donde, según decían, había ido Gordio, padre de Midas, no muy diferenciado de los más toscos comúnmente usados. Era curioso el yugo formado por muchos nudos superpuestos y tan entrelazados que no se veía el cabo. Luego, como los habitantes del país afirmasen que, según la predicción hecha por un oráculo, se apoderaría de Asia aquel que deshiciese el intrincado nudo, el deseo de que se cumpliese la predicción se apoderó del ánimo de Alejandro. Alrededor del rey se hallaba una turba de frigios y macedonios, aquéllos con el alma suspensa de expectación, éstos inquietos ante la temeraria confianza del rey. En efecto, como todo aquel conjunto de nudos estaba dispuesto de manera que ni la vista ni el entendimiento podían distinguir en donde empezaba ni en donde acababan, la resolución de desatarlos hacía temer a los macedonios que la inútil empresa pudiese convertirse en un mal agüero. Alejandro luchó por unos momentos con los enredados nudos. “Tanto da – dijo – la manera de deshacerlos”, y rompiendo con la espada todas las ligaduras, eludió o cumplió la predicción del oráculo.”[1]

Para Veidt, la respuesta de Alejandro para resolver el problema es un ejemplo temprano de “pensamiento lateral”; esto es, una respuesta original alternativa frente a un enigma o problemática que en apariencia presenta una sola manera de resolverse: en este caso, desatando el nudo.




En este punto, el esquema del mito del nudo gordiano puede relacionarse con las aspiraciones de Veidt: traer los ideales del mundo antiguo al presente y aplicarlos en la resolución de problemas modernos. Así, frente al conflicto nuclear que iba en escalada, Ozymandias ofrece una alternativa distinta, creativa, que de forma directa pone fin a la problemática y une a los antagonistas.
Sin embargo, una segunda lectura nos ofrece otra interpretación, a través de distintos elementos dispersos que a primera vista pueden ser pasados por alto.

La cerradura y su llave
Con la muerte del Comediante se pone en marcha la historia como tal, y dentro de esta, la investigación llevada a cabo por Rorschach se transforma en uno de los segmentos principales. Desde el capítulo I, Kovacs visita a los remanentes de la comunidad heroica con el propósito de advertirles de un posible complot en contra de los vigilantes enmascarados. Al hacerlo, se aprecia que tiene muy poca consideración con la propiedad privada, ya que en todos los casos ingresa por la fuerza a los lugares que pretende ir, destruyendo en el proceso puertas y cerrojos.


En este caso se expresan distintas ideas; por ejemplo, la pérdida de la intimidad o el respeto por la propiedad privada, frente a elementos de seguridad que ya no son adecuados. En segundo lugar, y un tema recurrente en varias de las construcciones modernas de comics, es la pérdida de confianza por parte del público en los vigilantes enmascarados. En la historia, esto se refleja en el acta que prohíbe su funcionamiento, en la huelga de los policías y en las distintas manifestaciones de los ciudadanos contra los héroes, entre ellas los grafitis que exclaman “Quién vigila a los vigilantes?”; y más aun, la actitud de Rorschach  de hacer saltar las cerraduras podría bien reflejar la pérdida de la inocencia de la generación que participó de los horrores de Vietnam o que fue testigo de la corrupción política de la época. Asimismo, el recurso funciona como una manera de mostrar el paso de una época a otra, del fin de la infancia a la madurez, de la edad de oro a la edad moderna, con todas sus contradicciones, en las que el personaje prefiere destruir las puertas a utilizar herramientas para abrirla de maneras menos violentas.[2]




La inmediatez de la violencia que se presenta en algunas situaciones hace que sea imposible forzar la cerradura, y esta debe ser destruída por completo




 Gordian Knot Lock Company  

Es así como aparece la compañía de cerrajería y seguros Gordian Knot, con el lema “They’ll never undo this sucker!”, algo así como “Nunca podrán traspasar este bebé”, lo cual es irónico ya que todas las puertas son fácilmente vulnerables, especialmente la de Búho Nocturno. La idea del nudo gordiano pasa entonces de la teoría a la realidad, ya que es a través de la fuerza (el golpe de una espada o, en este caso, una patada de Rorschach) que el nudo, cerrojo o lo que mantiene unido o cerrado “algo” es abierto, traspasado o liberado.


Así, encontramos un panel en el que Rorschach le recomienda a Dreiberg que se consiga un cerrojo más contundente y caro, ya que el que tiene ha sido muy débil y se rompió luego de sólo un empujón; Kovacs termina el diálogo diciendo:”Uno nunca es demasiado precavido en cuestiones de seguridad, sobretodo tal y como están las cosas” (cap. III) ilustrando con esto la sensación de inseguridad e inmediatez al peligro que recorre toda la obra.
En otro panel, se observa a Moloch en su departamento, mientras que en primer plano se aprecia el cerrojo vulnerado con la inscripción del Gordian Knot Lock Co.



Un ejercicio en seguridad


La idea del control, la vigilancia y la protección absoluta de la propiedad privada se asocian generalmente a los gobiernos conservadores y es una idea que aparentemente fascina a Alan Moore, pues ha aparecido en bastantes de sus obras posteriores. En este sentido, la dinámica entre las cerraduras, su vulneración y el mito del nudo gordiano, reflejan quizás la idea de una sociedad que avanza hacia su destrucción a través de la violencia y la disconformidad; destrucción que, por otro lado, no puede ser evitada por los héroes tradicionales, ya que requiere una solución igualmente drástica y violenta. Al mismo tiempo, evoca las responsabilidades que conlleva realizar dicho acto, del que ya no se puede volver atrás: en el caso de Alejandro, buscar la realización de la profecía; en el de Ozymandias, evitar la conflagración mundial. En ambos casos, una vez roto, el nudo no puede volver a atarse. Por esto Veidt resulta un personaje tan complejo, pues a pesar de su humanismo y respeto por la vida en todas sus formas, debe ser fiel a sí mismo y llevar a cabo su plan. De ahí que se le considere como “El hombre más inteligente del mundo”



“Algunas cosas, cuando se rompen, no pueden volver a repararse”


Todas las imágenes son propiedad de sus autores y sólo han sido utilizadas para fines académicos y de divulgación.


[1] Curcio Rufo, Quinto: Historia de Alejandro Magno, Editorial Iberia, Barcelona, 1960; p. 4 y 5.
[2] Cf. Van Ness, Sara: “Watchmen as Literature: A critical study of the graphic novel”, McFarland and Company, North Carolina, 2010.

El OMAC de Jack Kirby o cómo aprendí a temerle al mundo del mañana

Jack Kirby (1917-1994) es sin duda uno de los mayores artistas en la historia de los comic-books: de ahí su apodo de “El Rey”. Su capacidad creativa e imaginación para concebir mundos y situaciones extraordinarias se vio potenciada por su trabajo en conjunto con algunos de los mejores guionistas de la época dorada y plateada de la historieta. Dentro de su extenso catálogo, su OMAC merece especial atención, tanto por su peculiar estética como por las ideas que Kirby fue incorporando en su desarrollo.

Algunos antecedentes

Corría el año 1974 y Jack Kirby ya había dejado una huella indeleble en el mundo del comic-book. Desde los años 40, sus lápices participaron en la creación y desarrollo de distintos personajes: El Capitán América, Blue Beetle, Manhunter o Los Boys Commandos; durante los 50, realizó distintos trabajos en los géneros de romance, western y ciencia ficción; en los 60’s trabajó activamente en la era Marvel de los comics, creando junto a Stan Lee algunos de los mayores personajes de la Casa de las Ideas: Los 4 Fantásticos, Los X-Men, Hulk y Thor, entre otros. Para la década del 70, Kirby había llegado a DC comics, editorial en la que ya había trabajo durante una temporada en los años 50, decidido a dar rienda suelta a su creatividad.

Su estilo vigorosamente cósmico, grandilocuente, lleno de líneas, puntos de acción y energía había encontrado su nicho en las grandes sagas de ciencia ficción, como la grandiosa “Trilogía de Galactus” en los 4 Fantásticos; en las aventuras cada vez más existenciales de Silver Surfer; o en los Challengers of the Unknown, a través de sus enfrentamientos contra monstruos cada vez más bizarros. A partir de su regreso a DC, elabora la que es quizás su obra más ambiciosa en la saga que luego llegó a conocerse como “El Cuarto Mundo”, una verdadera odisea cósmica que el Rey plasmó en cuatro colecciones distintas pero unidas entre sí por una gran mitología.

Sin embargo, en esta etapa se aprecia una marcada diferencia en su enfoque: si sus anteriores trabajos de ciencia ficción se enmarcaban dentro del género de las aventuras y la fantasía heroica – o súper heroica - sus nuevas creaciones mostraban un evidente aspecto decadente, en el que tanto humanos y dioses (o nuevos dioses en este caso) se dejaban llevar por sus más bajas pasiones y en el que priman los personajes egoístas, codiciosos y hedonistas. Junto a esto, Kirby también explora otros escenarios inquietantes: futuros arrasados por la mezquindad humana y la mala utilización de la tecnología; el abuso de los recursos y la esclavización del hombre por el hombre; la pérdida de la identidad y los héroes imposibles. Se podría especular que este giro creativo se produjo por una serie de acontecimientos, como por ejemplo, la madurez del autor, que al contar con el reconocimiento de la industria del comic pudo atreverse a realizar historias más arriesgadas; segundo, la evolución de Kirby de co-autor (con Joe Simon o Stan Lee, por ejemplo) a autor completo; y también debido a los cambios culturales de la época, que a través de la experimentación en las distintas áreas del saber permitieron una mayor apertura artística. Así, dentro de la mitología moderna que nos ha sido heredada por el Rey, la saga de Kamandi (1972) y muy especialmente su OMAC (1974) ocupan un sitial de honor.



El Ejército de Un Solo Hombre o un vistazo al mundo venidero
Una de las principales características del trabajo que lleva a cabo Kirby en esta etapa es la de ambientar profusamente las historias que realiza con pequeñas reflexiones sociales y culturales que hacen avanzar la historia. En el caso de Omac (acrónimo para One Man Army Corp o Ejército de un solo Hombre) el Rey nos presenta un futuro posible en el que la humanidad ha perdido cada vez más su individualidad y en el que las grandes corporaciones y la tecnología parecen dominar todos los aspectos de la vida diaria. Buddy Blank, funcionario de una de estas corporaciones, parece sufrir el peor mal del mundo venidero: el inconformismo. Sus sentimientos de rechazo y frustración lo llevan a evadir los medios de escape disponibles: salas donde se pueden hacer explotar cosas, autómatas diseñados para ser golpeados y destruidos o cubículos para llorar y desahogarse.


Se trata de un mundo novedoso, en el que la técnica ha avanzado para satisfacer al hombre y en el que no existen los ejércitos, sólo una Agencia Global de Paz, cuyos miembros actúan desde el anonimato para garantizar el fin de las guerras. Son agentes sin rostro que actúan imponiendo una idea de orden global y que luchan con armas no-letales.
Buddy Blank es escogido por esta sociedad para convertirse en OMAC, el máximo pacificador, un ejército contenido en un hombre gracias al invento del profesor Myron Forrest: el Hermano Ojo. Similar al gran hermano de la obra de George Orwell, 1984, se trata de un gran ojo robótico situado en el espacio, dotado de capacidades cognitivas y capaz de transmitir grandes cantidades de energía a Omac, cuyos efectos varían de otorgarle superfuerza a materializar objetos útiles para su misión. Así, a través de la bio ingeniería, el Hermano Ojo es capaz de transformar al débil Buddy Blank en este OMAC, cuya principal característica estética es su peinado: un gran mohicano.



En este sentido, OMAC reproduce uno de los principales ideales del comic súper heroíco: la fantasía de poder, en el que el débil adquiere, por algún medio (mágico o científico) la fuerza y capacidad de enfrentar sus problemas y temores. Es el caso, por ejemplo, del Capitán América, El Capitán Marvel (Shazam) o incluso Superman, que de una personalidad débil pasa a la de un súper hombre.  

Como se había mencionado anteriormente, Kirby introduce en OMAC algunas ideas que bien podrían tomarse como enseñanzas o una distintiva crítica social sobre lo se podría avecinar en un futuro no tan lejano. Así, en su primera aventura desmantela una fábrica de personas sintéticas, diseñadas para ser robots de compañía semejantes a humanos pero que la ambición desmedida ha convertido en armas letales. La primera página del primer número es realmente espeluznante: distintos pedazos de un cuerpo grotescamente humano se encuentran apilados en lo que parece ser un contenedor, mientras que la cabeza señala: “ Hola…Ármame y seré tu amiga.”


 
Esta imagen establece la dirección argumental de las historias: la ingenuidad humana convertida en locura y frenesí, provocando la consiguiente desconfianza en el progreso y la tecnología. En los siguientes números continúa el peligro: hombres tan ricos y poderosos que son capaces de alquilar ciudades enteras para su placer; ejércitos y fuerzas de seguridad privadas motivadas sólo por el dinero: organizaciones criminales que trafican con cuerpos humanos; científicos locos que se roban los recursos del planeta para chantajear al gobierno mundial; y la lista podría seguir…. si el Rey no hubiera dejado la serie inconclusa en el número 8 para seguir con otros proyectos en otras editoriales. Si bien su trabajo fue continuado por otros autores, como Jim Starlin o John Byrne, ninguno logró capturar el espíritu bizarro de aventura y locura que le imprimiera Kirby a la historia, ni tampoco esa sensación de terror al sentir que el mundo de OMAC bien podría ser nuestro futuro y que éste se acerca vertiginosamente. Lamentablemente nunca sabremos si había una luz al final del túnel….pero esperemos que sí.



Como punto final destacar que hasta el momento no existe en español una re edición completa y decente del trabajo de Kirby. Si bien la editorial española Planeta publicó la mayor parte de su trabajo para DC, y debemos dar gracias por esto ya que no es fácil arriesgarse con material antiguo, lo hizo en la colección “Clásicos DC” en un formato pequeño, económico y en blanco y negro. Ojalá que en un futuro se pueda disfrutar de la obra del Rey en un gran formato y de calidad.




Todas las imágenes e ilustraciones pertenecen a sus autores o las editoriales. Sólo se han utilizado para ilustrar elementos del artículo y con fines académicos y de divulgación. 

Presentación

El propósito de este blog será presentar una serie de artículos sobre el origen y el desarrollo del comic-book como forma de arte, poniendo especial énfasis en sagas y autores que a mi parecer resultan relevantes. Todo esto, desde la perspectiva de la historia de las ideas, o cómo el comic-book llegó a ser lo que es, desde los comic strips y pulps de principios del siglo XX, pasando por la Edad de Oro hasta la Edad Moderna.

Actualmente, el comic se ha convertido en un objeto cultural coleccionable importante; sin embargo, en sus inicios no se concebía más que como medio de entretención y escapismo pasajero. Su origen se remonta a mediados de los años 30, en el que los pulps y las tiras diarias y dominicales dan paso a los vigilantes enmascarados o "hombres de misterio", como The Shadow o The Green Hornet, que se enfrentan al crimen en coloridos trajes, ayudados por su habilidad, destreza y la tecnología. Eso, hasta el año 1938, en el que aparece Superman, el primer personaje con súper-poderes. Con este hito se inaugura la Edad de Oro de los comics, que duraría hasta la década del 50'.