domingo, 26 de marzo de 2017

Ruinas: Cuando todo sale mal

Luego del gran acierto que fue la publicación de la serie Marvels (1994) de Kurt Busiek y Alex Ross, la Casa de las Ideas buscó capitalizar la fórmula del "mundo de súper héroes visto por un hombre común" Así, por ejemplo, en Código de Honor (1997) el protagonista fue un policía, mientras que en Marvels: El Ojo de la Cámara (2008) vuelve el protagonista de la historia original, Phil Sheldon, para dar su perspectiva del universo Marvel, esta vez desde su retiro. Otro ejemplo podría ser Conspiración (1998) un cómic que ya reseñé en este blog y cuyo protagonista también es un periodista del Bugle: en esta última historia, el enfoque está en la gran conspiración que ocultarían los momentos decisivos del universo Marvel.



Por cada beso, un disparo en la cara. Por cada acción, una reacción. Por cada evento, existe en potencia un evento reflejo, una posibilidad exactamente opuesta. Si el mundo que conoces es uno de maravillas, donde hombres sin miedo se enfrentan al horror desarmados y mujeres voladoras cabalgan las mayores alturas del clima.... entonces sólo a un pequeño error o a una palpitación de distancia, se encuentra el mundo de Ruinas


Ruinas (1995), por su parte, parece estar en el otro lado de la balanza. Mientras que Marvels tiene una mirada esperanzadora, que da cuenta de la era de prodigios y maravillas que se inicia desde fines de los años 30, con la aparición de Namor, el Capitán América y la Antorcha Humana original, dentro de la Edad de Oro de los comics, Ruinas se desarrolla de la forma más oscura posible, con la premisa: ¿Qué pasaría si todo lo que pudiese salir mal, realmente saliera mal? 



                                                                         





















Escrito por Warren Ellis (Transmetropolitan, The Authority) e ilustrado por Terese Nielsen, Ruinas surgió aparentemente como una parodia distópica de la obra de Busiek y Ross. En el universo de Ellis todos los prodigios han sido pervertidos horriblemente y todo lo que podría haber sido maravilloso y prodigioso ha dado un giro hacia lo oscuro y terrible. En efecto, en Ruinas todo lo que puede salir mal, saldrá mal: experimentos científicos, bombas gamma, viajes al espacio, mutaciones; todo se convierte en accidentes terribles, que usualmente terminan con la muerte o mutilación de los personajes. El tono sombrío de Ellis se mezcla a la perfección con las ilustraciones de Nielsen, que presenta un estilo que a ratos es realista (como en Marvels) y en otros totalmente abstracto, dando cuenta del caos presente en este universo paralelo.

El protagonista de Ruinas es Phil Sheldon, el mismo periodista que fuera el foco central de Marvels, pero que esta vez se dedica a investigar por qué todo ha salido tan mal. Sheldon, al igual que el lector, intuye que los hechos de alguna manera se han torcido y que todo debiese haber sido distinto: que las promesas de prodigios, hazañas de valor y héroes debiesen ser una realidad, en vez de esta triste farse que está viviendo. Así, Sheldon se da a la tarea de viajar por el país recogiendo información y testimonios de este infortunado puzzle, con la intención de dilucidar qué es lo que ha pasado. 



Así, este viaje es la excusa perfecta para que Sheldon revisite todos los momentos estelares Marvel, pero desde la perspectiva trágica de Ruinas: El Capitán América, El Hombre Gigante y Iron Man han sido asesinados por el ejército de los Estados Unidos, al oponerse al gobierno opresor del sádico "´Presidente X", que no es otro que Charles Xavier; Wolverine pierde su piel a pedazos, debido a la toxicidad de su esqueleto de adamantium; el Capitán Mar-Vell se encuentra en un campo de concentración para alienígenas sufriendo de cáncer, luego de una fallida invasión a la tierra; Nick Furia se ha vuelto loco, mientras que Rick Jones es un adicto a la morfina, luego de contraer cáncer gracias a la bomba gamma. En todos estos encuentros, Sheldon intenta dilucidar qué es lo que ha ido mal, y por qué pareciera ser que no existe salida posible 



El periodista del Bugle continúa su viaje, visitando una prisión para mutantes en la que éstos son mutilados para poder controlar sus poderes y un carnaval, donde Johnny Blaze se prende a lo bonzo para ofrecer su espectáculo. Una de las últimas paradas del protagonista es en el hogar de Ben Grimm, que se encuentra recluído en una aislada cabaña: allí, Grimm procede a relatar la muerte de los Cuatro Fantásticos, al convertirse en horribles mutaciones producto de su viaje al espacio y la radiación cósmica. Sheldon comienza a reunir su material, con el que presentará una panorámica de este mundo violento, que parece estar yendo a su perdición. Sin embargo, al final se nos revela otra trágica noticia: durante toda la historia, el protagonista ha estado luchando contra una enfermedad, un virus transmitido nada menos que por Peter Parker, que ha sido mordido por una araña radioactiva. En esta realidad, la mordedura no le da poderes arácnidos, sino una enfermedad cutánea de transmisión letal. Así, ni siquiera el protagonista logra estar ajeno al siniestro destino de quienes participan de esta historia, falleciendo antes de poder dar a conocer al mundo la oscuridad de Ruinas.



















domingo, 19 de marzo de 2017

King Faraday: Más allá de la guerra fría

Los comics, al igual que las sociedades en las que están inmersos, han debido adaptarse a los cambios culturales y modas de cada época. Así, a fines de los años 20 del siglo pasado, las historias de Tarzán y Conan introdujeron a los lectores a los mundos de la aventura y la fantasía heroíca, los continentes perdidos y el género de la espada y la brujería; al mismo tiempo, las historias de los "pulp", novelas baratas de la época, rebosaban de narraciones de suspenso inspiradas en la novela negra, donde detectives duros resolvían misterios a través de la violencia y la seducción. En este último caso, uno de los ejemplos más conocidos en los comics es Slam Bradley, un detective al estilo "hard-boiled" creado por Jerry Siegel y Joe Shuster en el año 1937, un año antes de la aparición de Superman, y cuyas aventuras se extendieron hasta fines de la década de los 40. 

A fines de los años 30 llegó la moda de los super-héroes, personajes disfrazados que, con poderes o sin ellos, combatían al crimen: Superman, Batman, el primer Linterna Verde, La Sociedad de la Justicia, El Capitán América y La Antorcha Humana original, por nombrar algunos de los más conocidos, ayudaron a cimentar la popularidad de este género. De pronto, muchas editoriales comenzaron a crear personajes y lanzar sus propios comics: Timely, Charlton, National, Centaur, Quality y Fawcett fueron algunas de las que capitalizaron este gran momento para la industria, que sería conocido como la Edad de Oro de los comics. Sin embargo, luego de la Segunda Guerra Mundial los súper héroes perdieron popularidad frente a otros géneros de aventuras, quizás más adecuados para la época: la ciencia ficción, el terror, las aventuras ambientadas en el oeste y las historias de romance se volvieron moda y pronto las compañías de comics cambiaron su foco hacia estas historias. 

Otro estilo de aventura popular en este tiempo fue el de las historias policiales pero con un "twist", es decir, con elementos que modernizaron sus elementos básicos y, por decirlo de algún modo, las hicieron más refinadas: mientras que en los años 20 y 30 las historias de detectives se enfocaban en el lado duro de la ley, ambientadas en tugurios de mala muerte, la presencia de villanos alemanes o asiáticos y la infaltable "femme fatale", las historias de detectives de los años 50, influenciadas probablemente por la Guerra Fría, presentaron el arquetipo del agente secreto internacional, cuyo escenario no era ya urbano sino global, que viajaba por el mundo a países extraordinarios para evitar el robo de algún secreto de estado y que se codeaba con la alta sociedad y el glamour de la época, muchas veces emparejándose con alguna estrella de cine. Este modelo de aventuras le permitió a escritores y dibujantes dejar volar la imaginación creando intrigas, misterios y asesinatos a escala mundial, algunos años antes que se publicara la primera novela del conocidísimo James Bond (Casino Royale, en 1953) y al menos una década antes que el género se popularizara finalmente gracias a las adaptaciones al cine del personaje de Ian Fleming, partiendo por "Dr. No" en 1962, protagonizada por Sean Connery.

Muerte en el Expreso del Oriente

La corta historia que quiero reseñar pertenece a este último estilo de narración y realmente me pareció soberbia, pues contiene todos los elementos clásicos del género. Se trata de una historia del personaje King Faraday, creado por Robert Kanigher, conocido por sus historias sobre la guerra, especialmente el Sargento Rock y el As Enemigo; y por Carmine Infantino, célebre por su participación en el resurgimiento de la popularidad de los súper héroes, particularmente Flash, en la segunda mitad de los años 50, período conocido como Edad de Plata de los comics. 

La vida de Faraday, sin embargo, no fue tan prolífica como la de sus autores: su primera aparición fue en una antología de aventureros y detectives publicada por DC a principios de los 50. Luego tuvo algunas apariciones esporádicas hasta recaer en la colección antológica "World's Finest Comics", donde protagonizó algunas historias. Posteriormente no se le volvería a ver hasta la era moderna, en la que fue integrado en el Universo DC a través de la organización Checkmate y el trabajo en organizaciones encubiertas del gobierno Norteamericano. La presente historia apareció en el número 64 de "World's Finest Comics", publicado en mayo/junio de 1953 y fue reeditada en español por editorial Zinco a principios de los 90 en el tomo "Las mejores historias de los años 50 jamás contadas."  





 







Para empezar, la primera ilustración a toda página de Infantino es espectacular, porque pone de manifiesto de inmediato los principales ingredientes de la obra: la acción, la violencia, el suspenso ("un thriller especial") una dama en apuros y una locación extraordinaria: el expreso del oriente, aquel tren de lujo que viajaba entre París y Estanbul y que ha servido de escenario para tantas historias de amor y suspenso. Las siguientes viñetas van dando cuenta de los antecedentes de la historia, que se cuentan en modo "flashback". Si bien la composición de las páginas y las viñetas es bastante tradicional, el verdadero encanto está en los detalles: las expresiones de los personajes, que recuerdan el trabajo de Alex Toth o Milton Caniff; la utilización de la luz, las sombras y los colores para transmitir emociones o resaltar aspectos de la historia y la presentación de elementos típicos de la ambientación detectivesca, por ejemplo, el cigarrillo consumiéndose en el cenicero mientras el personaje utiliza una técnica para obtener una pista o la extraña aparición de personajes secundarios.








La historia, a pesar de su brevedad, logra combinar perfectamente los momentos de narración, acción y descanso de los personajes, creando una alternancia que le permite a los autores introducir datos geográficos e históricos, propios del viaje en tren, de manera fluída. Este sistema de narración es muy adecuado para el estilo de la historia, en el que protagonista debe mezclarse con distintos personajes para encontrar al espía, al tiempo que su entorno va cambiando según avanza el Expreso. Así, Kanigher e Infantino utilizan los recursos transitorios del recorrido, como el paso por un túnel, para complementar la historia y de paso agregar elementos dramáticos.





 Así, el amor fugaz y el suspenso se unen con la intriga de descubir la identidad del espía, intención que llega a su climax en la penúltima viñeta de la página 10, donde Infantino recrea, en un espacio reducido, un sinfín de rostros, evocando con ello los sentimientos de ansiedad y confusión del protagonista. Dicho sea de paso, este recurso me recordó dos portadas clásicas: una mítica ilustración de Neal Adams para Deadman y una portada de Ditko para su Creeper. 

Finalmente el misterio se resuelve y la conclusión llega de manos de una secuencia de acción propia de film de pistoleros, en el techo del tren. Sólo queda el buen sabor luego de haber leído un excelente ejemplo de lo que se puede hacer en un cómic book

 

domingo, 5 de marzo de 2017

Serie Limitada - Thor Corps

La idea de las series limitadas, introducidas en el mundo de los comics a finales de la década de 1970, permitio a las compañías y autores profundizar en conceptos o personajes que normalmente no podrían ser introducidos en las series regulares. También permitió presentar al públic artistas y equipos creativos para evaluar su popularidad antes de introducirlos en las colecciones normales. En esencia, este tipo de series presenta una historia auto-conclusiva en un formato que va desde los 4 y 6 números (miniserie) hasta los 12 (maxiserie) La primera compañía en experimentar con esta nueva fórmula editorial fue DC comics, que presentó en 1979 la serie de tres capítulos "Mundo de Kryptón", dedicada a explorar el mundo natal de superman de la Edad de Plata, mientras que la primera serie en usar el formato de 12 números fue la célebre "Camelot 3000", de Mike Barr y Brian Bolland. En el caso de Marvel, uno de los primeros ejemplos sería la saga de cuatro números "Contest of Champions", que le permitió a la Casa de las Ideas presentar un conflicto cósmico autoconclusivo, en una época en que todavía no se utilizaban los "tie-in", o historias complementarias a la saga central. Luego vendría la conocida "Secret Wars", de 12 números, que sentaría las bases para los conflictos de larga duración en el Universo Marvel. 



La serie limitada de cuatro números Thor Corps, realizada por Tom deFalco y Pat Oliffe, cumple todos los requisitos mencionados anteriormente, puesto que viene a profundizar hechos presentados en la colección regular de Thor, mostrando la particular interacción entre los distintos personajes y dándole la oportunidad a los lectores de ver reunidos a sus personajes favoritos de la mitología del dios del trueno


En mis manos estos martillos

La historia del dios del trueno en el Universo Marvel es muy rica, llena de momentos y sagas que reflejan la historia mítica del personaje nórdico en el que están inspirados. Sin embargo, en sus más de 50 años de publicación Thor pasó por momentos en los que, al igual que Superman, corrió el riesgo de convertirse en un personaje demasiado grande para las historias que intentaban contenerlo: un ser monolítico, incapaz de cambiar o actualizarse. Luego de los auges y caídas de Asgard, del Ragnarok y un montón de otras historias parecía que el personaje estaba destinado a moverse dentro de los límites que dictaba su mitología. 

Sin embargo, todo cambio con la llegada de Walter Simonson a la colección, quien en la primera mitad de los 80's redifinió el sentido del personaje a través del humor y situaciones extraordinarias que sacaron al señor del trueno de su entorno habiltual. Uno de los principales momentos de Simonson en la colección fue la presentación de Bill Rayos Beta, un alienígena con cara de caballo que lograba, luego de varias vicisitudes, hacerse merecedor del poder de Thor y obtener un martillo propio, imbuído con el poder de Odín. Este hecho cambió el sentido de toda la colección, puesto que mostraba que en el universo existían otras personas, o seres, que podían ser dignos de levantar el famoso martillo Mjolnir. Avanzando en el tiempo aparece Dargo Ktor, un jóven del siglo XXVI que vive en una sociedad controlada por grandes corporaciones y en las que Thor se ha convertido en una legenda, un ser mítico que en esta época cuenta con un culto de adoradores. A través de varias aventuras Dargo obtiene el poder del martillo y vive varias aventuras en su futuro. Avanzando nuevamente en el tiempo aparece Eric Masterson, un personaje secundario de la colección que, debido a un castigo impuesto por Odín en su hijo Thor, se convierte inesperadamente en el nuevo dios del trueno, participando incluso junto a los Vengadores en la saga "Operación Tormenta Galáctica". Cuando el Thor original recuperó sus poderes, Masterson obtuvo un nuevo martillo y comenzó a utilzar el nombre de Thunderstrike, agregándose a la galería de personajes de la mitología moderna del dios nórdico

 Pin Up donde se muestran los personajes que, hasta ese momento, habían sido dignos de levantar el martillo de thor. Destaca, entre ellos, el Capitán América, que en ese tiempo había dejado su uniforme clásico y se hacía llamar "El Capitán"

 Una reunión de héroes

Con estos antecedentes, la serie "Thor Corps" muestra la reunión de los cuatro seres que, en algún momento, han sido llamados Thor:: Eric Masterson, Dargo, Bill Rayos Beta y el hijo de Odín. La reunión se produce cuando un enemigo de Dargo, Báculo Infernal, se hace con poderes dimensionales y amenaza con destruir toda la creación. Sin embargo, como en muchas historias cósmicas, quien detenta el poder absoluto se siente incompleto, le falta algo para poder utilizar plenamente sus poderes. En este caso, el villano ha pérdido a la mujer que ama y, para recuperarla, reúne a los Thor de distintas épocas, con el objetivo de buscarla a través del tiempo. Es en estos viajes donde se utilizan los enganches típicos de estas series limitadas, al presentar cameos de otros personajes de la compañía que, producto de la confusión, terminan enfrentándose a los protagonistas. Es el caso de los Invasores, el grupo de la Segunda Guerra Mundial y Spiderman 2099. 


El principal problema de esta serie es precisamente su corta duración, porque uno espera un desarrollo más acabado de los personajes, sus relaciones y, ante todo, más acción. En este caso, la serie se va desarrollando a paso rápido, preparando en cada número la confrontación final. Quizás lo más interesante de esta miniserie sea la interacción entre los personajes, pues los autores presentan claramente definidas sus personalidades y los enfrentamientos que se producen a raíz de ello: Dargo, por ser el más jóven, es el más arrogante los cuatro, y su personalidad choca constantemente con la de Masterson, que todavía está aprendiendo a hacer su papel de Thor. Thunderstrike es el que cuenta con menos experiencia y es el más reticente a entrar en combate, eligiendo otras alternativas para solucionar el conflicto. Su actitud se contrapone también a la de Bill, el más heroíco de los tres, que a su nobleza de porte y su gran poder agrega su sabiduría. Y frente a todos ellos, el Thor original, Odinson, al que todos los otros miran con respeto y devoción y en quien se materializan las grandes expectativas heroícas.