Jack Kirby (1917-1994) es sin duda uno de los mayores
artistas en la historia de los comic-books: de ahí su apodo de “El Rey”. Su
capacidad creativa e imaginación para concebir mundos y situaciones
extraordinarias se vio potenciada por su trabajo en conjunto con algunos de los
mejores guionistas de la época dorada y plateada de la historieta. Dentro de su
extenso catálogo, su OMAC merece especial atención, tanto por su peculiar
estética como por las ideas que Kirby fue incorporando en su desarrollo.
Algunos antecedentes
Corría el año 1974 y Jack Kirby ya había dejado una
huella indeleble en el mundo del comic-book. Desde los años 40, sus lápices
participaron en la creación y desarrollo de distintos personajes: El Capitán
América, Blue Beetle, Manhunter o Los Boys Commandos; durante los 50, realizó distintos trabajos en los
géneros de romance, western y ciencia ficción; en los 60’s trabajó activamente
en la era Marvel de los comics, creando junto a Stan Lee algunos de los mayores
personajes de la Casa de las Ideas: Los 4 Fantásticos, Los X-Men, Hulk y Thor,
entre otros. Para la década del 70, Kirby había llegado a DC comics, editorial
en la que ya había trabajo durante una temporada en los años 50, decidido a dar
rienda suelta a su creatividad.
Su estilo vigorosamente cósmico, grandilocuente, lleno
de líneas, puntos de acción y energía había encontrado su nicho en las grandes
sagas de ciencia ficción, como la grandiosa “Trilogía de Galactus” en los 4
Fantásticos; en las aventuras cada vez más existenciales de Silver Surfer; o en
los Challengers of the Unknown, a
través de sus enfrentamientos contra monstruos cada vez más bizarros. A partir
de su regreso a DC, elabora la que es quizás su obra más ambiciosa en la saga
que luego llegó a conocerse como “El Cuarto Mundo”, una verdadera odisea
cósmica que el Rey plasmó en cuatro colecciones distintas pero unidas entre sí
por una gran mitología.
Sin embargo, en esta etapa se aprecia una marcada diferencia
en su enfoque: si sus anteriores trabajos de ciencia ficción se enmarcaban
dentro del género de las aventuras y la fantasía heroica – o súper heroica -
sus nuevas creaciones mostraban un evidente aspecto decadente, en el que tanto
humanos y dioses (o nuevos dioses en este caso) se dejaban llevar por sus más
bajas pasiones y en el que priman los personajes egoístas, codiciosos y
hedonistas. Junto a esto, Kirby también explora otros escenarios inquietantes:
futuros arrasados por la mezquindad humana y la mala utilización de la
tecnología; el abuso de los recursos y la esclavización del hombre por el
hombre; la pérdida de la identidad y los héroes imposibles. Se podría especular
que este giro creativo se produjo por una serie de acontecimientos, como por
ejemplo, la madurez del autor, que al contar con el reconocimiento de la
industria del comic pudo atreverse a realizar historias más arriesgadas;
segundo, la evolución de Kirby de co-autor (con Joe Simon o Stan Lee, por
ejemplo) a autor completo; y también debido a los cambios culturales de la
época, que a través de la experimentación en las distintas áreas del saber permitieron
una mayor apertura artística. Así, dentro de la mitología moderna que nos ha
sido heredada por el Rey, la saga de Kamandi (1972) y muy especialmente su OMAC
(1974) ocupan un sitial de honor.
El Ejército de Un Solo Hombre o
un vistazo al mundo venidero
Una de las principales características del trabajo que
lleva a cabo Kirby en esta etapa es la de ambientar profusamente las historias
que realiza con pequeñas reflexiones sociales y culturales que hacen avanzar la
historia. En el caso de Omac (acrónimo para One Man Army Corp o Ejército de un
solo Hombre) el Rey nos presenta un futuro posible en el que la humanidad ha
perdido cada vez más su individualidad y en el que las grandes corporaciones y
la tecnología parecen dominar todos los aspectos de la vida diaria. Buddy
Blank, funcionario de una de estas corporaciones, parece sufrir el peor mal del
mundo venidero: el inconformismo. Sus sentimientos de rechazo y frustración lo
llevan a evadir los medios de escape disponibles: salas donde se pueden hacer
explotar cosas, autómatas diseñados para ser golpeados y destruidos o cubículos
para llorar y desahogarse.
Se trata de un mundo novedoso, en el que la técnica ha
avanzado para satisfacer al hombre y en el que no existen los ejércitos, sólo
una Agencia Global de Paz, cuyos miembros actúan desde el anonimato para
garantizar el fin de las guerras. Son agentes sin rostro que actúan imponiendo
una idea de orden global y que luchan con armas no-letales.
Buddy Blank es escogido por esta sociedad para convertirse
en OMAC, el máximo pacificador, un ejército contenido en un hombre gracias al
invento del profesor Myron Forrest: el Hermano Ojo. Similar al gran hermano de
la obra de George Orwell, 1984, se
trata de un gran ojo robótico situado en el espacio, dotado de capacidades
cognitivas y capaz de transmitir grandes cantidades de energía a Omac, cuyos
efectos varían de otorgarle superfuerza a materializar objetos útiles para su
misión. Así, a través de la bio ingeniería, el Hermano Ojo es capaz de
transformar al débil Buddy Blank en este OMAC, cuya principal característica estética
es su peinado: un gran mohicano.
En este sentido, OMAC reproduce uno de los principales
ideales del comic súper heroíco: la fantasía de poder, en el que el débil
adquiere, por algún medio (mágico o científico) la fuerza y capacidad de
enfrentar sus problemas y temores. Es el caso, por ejemplo, del Capitán
América, El Capitán Marvel (Shazam) o incluso Superman, que de una personalidad
débil pasa a la de un súper hombre.
Como se había mencionado anteriormente, Kirby
introduce en OMAC algunas ideas que bien podrían tomarse como enseñanzas o una
distintiva crítica social sobre lo se podría avecinar en un futuro no tan
lejano. Así, en su primera aventura desmantela una fábrica de personas
sintéticas, diseñadas para ser robots de compañía semejantes a humanos pero que
la ambición desmedida ha convertido en armas letales. La primera página del
primer número es realmente espeluznante: distintos pedazos de un cuerpo
grotescamente humano se encuentran apilados en lo que parece ser un contenedor,
mientras que la cabeza señala: “ Hola…Ármame y seré tu amiga.”
Esta imagen establece la dirección argumental de las
historias: la ingenuidad humana convertida en locura y frenesí, provocando la
consiguiente desconfianza en el progreso y la tecnología. En los siguientes
números continúa el peligro: hombres tan ricos y poderosos que son capaces de
alquilar ciudades enteras para su placer; ejércitos y fuerzas de seguridad
privadas motivadas sólo por el dinero: organizaciones criminales que trafican
con cuerpos humanos; científicos locos que se roban los recursos del planeta
para chantajear al gobierno mundial; y la lista podría seguir…. si el Rey no
hubiera dejado la serie inconclusa en el número 8 para seguir con otros
proyectos en otras editoriales. Si bien su trabajo fue continuado por otros
autores, como Jim Starlin o John Byrne, ninguno logró capturar el espíritu
bizarro de aventura y locura que le imprimiera Kirby a la historia, ni tampoco
esa sensación de terror al sentir que el mundo de OMAC bien podría ser nuestro
futuro y que éste se acerca vertiginosamente. Lamentablemente nunca sabremos si
había una luz al final del túnel….pero esperemos que sí.
Todas las imágenes e ilustraciones pertenecen a sus autores o las editoriales. Sólo se han utilizado para ilustrar elementos del artículo y con fines académicos y de divulgación.
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