jueves, 30 de junio de 2016

El OMAC de Jack Kirby o cómo aprendí a temerle al mundo del mañana

Jack Kirby (1917-1994) es sin duda uno de los mayores artistas en la historia de los comic-books: de ahí su apodo de “El Rey”. Su capacidad creativa e imaginación para concebir mundos y situaciones extraordinarias se vio potenciada por su trabajo en conjunto con algunos de los mejores guionistas de la época dorada y plateada de la historieta. Dentro de su extenso catálogo, su OMAC merece especial atención, tanto por su peculiar estética como por las ideas que Kirby fue incorporando en su desarrollo.

Algunos antecedentes

Corría el año 1974 y Jack Kirby ya había dejado una huella indeleble en el mundo del comic-book. Desde los años 40, sus lápices participaron en la creación y desarrollo de distintos personajes: El Capitán América, Blue Beetle, Manhunter o Los Boys Commandos; durante los 50, realizó distintos trabajos en los géneros de romance, western y ciencia ficción; en los 60’s trabajó activamente en la era Marvel de los comics, creando junto a Stan Lee algunos de los mayores personajes de la Casa de las Ideas: Los 4 Fantásticos, Los X-Men, Hulk y Thor, entre otros. Para la década del 70, Kirby había llegado a DC comics, editorial en la que ya había trabajo durante una temporada en los años 50, decidido a dar rienda suelta a su creatividad.

Su estilo vigorosamente cósmico, grandilocuente, lleno de líneas, puntos de acción y energía había encontrado su nicho en las grandes sagas de ciencia ficción, como la grandiosa “Trilogía de Galactus” en los 4 Fantásticos; en las aventuras cada vez más existenciales de Silver Surfer; o en los Challengers of the Unknown, a través de sus enfrentamientos contra monstruos cada vez más bizarros. A partir de su regreso a DC, elabora la que es quizás su obra más ambiciosa en la saga que luego llegó a conocerse como “El Cuarto Mundo”, una verdadera odisea cósmica que el Rey plasmó en cuatro colecciones distintas pero unidas entre sí por una gran mitología.

Sin embargo, en esta etapa se aprecia una marcada diferencia en su enfoque: si sus anteriores trabajos de ciencia ficción se enmarcaban dentro del género de las aventuras y la fantasía heroica – o súper heroica - sus nuevas creaciones mostraban un evidente aspecto decadente, en el que tanto humanos y dioses (o nuevos dioses en este caso) se dejaban llevar por sus más bajas pasiones y en el que priman los personajes egoístas, codiciosos y hedonistas. Junto a esto, Kirby también explora otros escenarios inquietantes: futuros arrasados por la mezquindad humana y la mala utilización de la tecnología; el abuso de los recursos y la esclavización del hombre por el hombre; la pérdida de la identidad y los héroes imposibles. Se podría especular que este giro creativo se produjo por una serie de acontecimientos, como por ejemplo, la madurez del autor, que al contar con el reconocimiento de la industria del comic pudo atreverse a realizar historias más arriesgadas; segundo, la evolución de Kirby de co-autor (con Joe Simon o Stan Lee, por ejemplo) a autor completo; y también debido a los cambios culturales de la época, que a través de la experimentación en las distintas áreas del saber permitieron una mayor apertura artística. Así, dentro de la mitología moderna que nos ha sido heredada por el Rey, la saga de Kamandi (1972) y muy especialmente su OMAC (1974) ocupan un sitial de honor.



El Ejército de Un Solo Hombre o un vistazo al mundo venidero
Una de las principales características del trabajo que lleva a cabo Kirby en esta etapa es la de ambientar profusamente las historias que realiza con pequeñas reflexiones sociales y culturales que hacen avanzar la historia. En el caso de Omac (acrónimo para One Man Army Corp o Ejército de un solo Hombre) el Rey nos presenta un futuro posible en el que la humanidad ha perdido cada vez más su individualidad y en el que las grandes corporaciones y la tecnología parecen dominar todos los aspectos de la vida diaria. Buddy Blank, funcionario de una de estas corporaciones, parece sufrir el peor mal del mundo venidero: el inconformismo. Sus sentimientos de rechazo y frustración lo llevan a evadir los medios de escape disponibles: salas donde se pueden hacer explotar cosas, autómatas diseñados para ser golpeados y destruidos o cubículos para llorar y desahogarse.


Se trata de un mundo novedoso, en el que la técnica ha avanzado para satisfacer al hombre y en el que no existen los ejércitos, sólo una Agencia Global de Paz, cuyos miembros actúan desde el anonimato para garantizar el fin de las guerras. Son agentes sin rostro que actúan imponiendo una idea de orden global y que luchan con armas no-letales.
Buddy Blank es escogido por esta sociedad para convertirse en OMAC, el máximo pacificador, un ejército contenido en un hombre gracias al invento del profesor Myron Forrest: el Hermano Ojo. Similar al gran hermano de la obra de George Orwell, 1984, se trata de un gran ojo robótico situado en el espacio, dotado de capacidades cognitivas y capaz de transmitir grandes cantidades de energía a Omac, cuyos efectos varían de otorgarle superfuerza a materializar objetos útiles para su misión. Así, a través de la bio ingeniería, el Hermano Ojo es capaz de transformar al débil Buddy Blank en este OMAC, cuya principal característica estética es su peinado: un gran mohicano.



En este sentido, OMAC reproduce uno de los principales ideales del comic súper heroíco: la fantasía de poder, en el que el débil adquiere, por algún medio (mágico o científico) la fuerza y capacidad de enfrentar sus problemas y temores. Es el caso, por ejemplo, del Capitán América, El Capitán Marvel (Shazam) o incluso Superman, que de una personalidad débil pasa a la de un súper hombre.  

Como se había mencionado anteriormente, Kirby introduce en OMAC algunas ideas que bien podrían tomarse como enseñanzas o una distintiva crítica social sobre lo se podría avecinar en un futuro no tan lejano. Así, en su primera aventura desmantela una fábrica de personas sintéticas, diseñadas para ser robots de compañía semejantes a humanos pero que la ambición desmedida ha convertido en armas letales. La primera página del primer número es realmente espeluznante: distintos pedazos de un cuerpo grotescamente humano se encuentran apilados en lo que parece ser un contenedor, mientras que la cabeza señala: “ Hola…Ármame y seré tu amiga.”


 
Esta imagen establece la dirección argumental de las historias: la ingenuidad humana convertida en locura y frenesí, provocando la consiguiente desconfianza en el progreso y la tecnología. En los siguientes números continúa el peligro: hombres tan ricos y poderosos que son capaces de alquilar ciudades enteras para su placer; ejércitos y fuerzas de seguridad privadas motivadas sólo por el dinero: organizaciones criminales que trafican con cuerpos humanos; científicos locos que se roban los recursos del planeta para chantajear al gobierno mundial; y la lista podría seguir…. si el Rey no hubiera dejado la serie inconclusa en el número 8 para seguir con otros proyectos en otras editoriales. Si bien su trabajo fue continuado por otros autores, como Jim Starlin o John Byrne, ninguno logró capturar el espíritu bizarro de aventura y locura que le imprimiera Kirby a la historia, ni tampoco esa sensación de terror al sentir que el mundo de OMAC bien podría ser nuestro futuro y que éste se acerca vertiginosamente. Lamentablemente nunca sabremos si había una luz al final del túnel….pero esperemos que sí.



Como punto final destacar que hasta el momento no existe en español una re edición completa y decente del trabajo de Kirby. Si bien la editorial española Planeta publicó la mayor parte de su trabajo para DC, y debemos dar gracias por esto ya que no es fácil arriesgarse con material antiguo, lo hizo en la colección “Clásicos DC” en un formato pequeño, económico y en blanco y negro. Ojalá que en un futuro se pueda disfrutar de la obra del Rey en un gran formato y de calidad.




Todas las imágenes e ilustraciones pertenecen a sus autores o las editoriales. Sólo se han utilizado para ilustrar elementos del artículo y con fines académicos y de divulgación. 

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