lunes, 30 de enero de 2017

The Psycho

Hace poco tuve la oportunidad de releer esta obra, publicada en su tiempo por la editorial española Zinco en tres volúmenes prestigio, y siempre logra dejarme una muy buena sensación. Como cuando leemos algo que tiene ideas muy interesantes y se nos quedan dando vuelta un tiempo en la cabeza: ese momento en que la lectura deja de ser escapismo o simple entretención pasajera y pasa a ser reflexión. The Psycho tiene ideas muy interesantes, las que unidas a dosis de acción, personajes estrafalarios y una cuota de espionaje crean la combinación perfecta para contar una historia.

Cuando los Súper Poderes se unen al Cyber Punk

Escrita a principios de la década de los 90's por James Hudnall (conocido por los lectores en español por su Biografía No Autorizada de Lex Luthor) e ilustrada por Dan Brereton (Batman y Superman: Leyendas de los mejores del mundo y Batman: Thrillkiller) The Psycho cuenta la historia y correrías de Jack Riley, un agente de la CIA en un mundo muy parecido al nuestro salvo por una gran diferencia: la existencia de seres con super poderes, los Psychos o ALD, agentes libres disfrazados, que se encuentran al servicio de las grandes potencias y hacen el trabajo sucio. 



Se trata de un mundo en el que el primer ALD norteamericano mató a Hitler en el 42', poniéndole fin a la Segunda Guerra Mundial. Luego, Rusia desarrolló su propio proyecto de Psychos, creando una tensión internacional similar a la crisis atómica de la Guerra Fría. Así, en esta realidad, el país que tiene más poder es aquel que controla más ALD, y éstos súper agentes gozan de los mejores beneficios de la sociedad, creando tensión con los ciudadanos y agentes normales, que sólo pueden aspirar a trabajos de oficina y de apoyo a los Psychos. Es un mundo en el que el balance de las fuerzas puede verse alterado dramáticamente y donde Jack Riley es un simple peón, un agente de bajo grado que realiza misiones de campo asesinando narcotraficantes en países latinoamericanos y que tiene un resentimiento contra estos seres especiales.
Una anécdota de esta obra es que la historia de Riley comienza precisamente en Chile, trabajando con la policía para desbaratar la organización de un narcotraficante local. Lo interesante es que a diferencia de otros relatos en los que se menciona nuestro país pero no se le diferencia, digamos, de México; en esta historia se hacen algunos alcances que permiten intuir que el autor investigó algo sobre nuestra cultura, especialmente al hacer referencias al robo del cobre por potencias extranjeras y a la alusión sobre que el presidente del país es un títere elegido por los norteamericanos. 

La tensa relación de Riley con los policías locales se acentúa por su rechazo a los agentes súper poderosos


La misión de Riley falla y es separado de la "Compañía". Sin embargo, su país tiene otros planes para él y en vez de retirarlo le ofrecen un puesto en la organización SIN, Súper Inteligencia Nacional, agencia encargada de monitorizar todas las acciones de los Psychos en el mundo. Así, Riley es enviado a la pequeña nación de Aldaria, país que concentra un enorme número de ALD, situación que naturalmente los Estados Unidos no puede dejar de investigar. Aquí comienzan las correrías de Riley, que pasa de agente encubierto a proscrito y a ser perseguido por su propio país; y cuando se le van agotando las opciones, llegar a la inevitable situación de convertirse él mismo en lo que más odia, un Psycho.

Las ilustraciones de Brereton, semejantes a cuadros, ayudan a crear un singular ritmo que va de la acción pura a los momentos de relajo del protagonista

Sin embargo, para convertirse en Psycho se debe consumir una droga que, en la mayoría de los casos, resulta mortal, tanto física como psicológicamente. Sólo aquellos que sobreviven a esta proceso adquieren poderes, e incluso en ese punto no es seguro qué habilidad se obtendrá. Esto muestra parte de la ambientación oscura de la obra, en la que los seres con poderes son resultado de un proceso de terror y angustia, en los que sus deseos de poder deber sobreponerse al miedo a la muerte. Por esta misma razón la obra evita referirse a estos personajes con los epítetos acostumbrados del comic book: nunca son considerados como súper- héroes o villanos, sino como mercenarios que venden sus servicios al mejor postor. En este sentido, también juega un papel importante la caracterización de los Psychos, que quizás por la libertad y priveligios de los que gozan en este mundo eligen vestir de formas provocativas, con tatuajes, modificaciones tecnológicas en sus cuerpos, armamento futurista e insignias, placas y máscaras que dan cuenta de su individualismo y su estatus en la sociedad, lo que claramente recuerda la estética cyber punk. 

  Cada Psycho ha sido diseñado con una estética que acentúa su rol único y privilegiado en la sociedad y que recuerda el estilo cyberpunk de obras como Shadowrun

Perseguido por todo el mundo, Riley se sumerge cada vez más en un juego de traiciones y agentes dobles, de secretos dentro de secretos, en los que su paranoia se acentúa cada vez que se da cuenta en lo que se ha convertido, y que, finalmente, le gusta. Esta idea de la crisis de identidad en Riley, de convertirse en lo que odia y gradualmente ir aceptándose, es bastante profunda y es explorada por el autor desde el principio, al mostrarnos un protagonista que constantemente tiene pesadillas con los Psychos, quienes lo invitan a ser parte de ellos. Estas secuencias me recordaron aquella lectura de Blade Runner en la que se da a entender que el protagonista podría ser también aquello que perseguía, aquello que buscaba eliminar.

A partir de este punto, la obra transcurre vertiginosamente: Riley se va acercando cada vez más a descubrir el secreto de su traición, viajando por Aldaria, Estambul y los Estados Unidos, mientras es perseguido por un singular grupo de Psychos caza recompensas, que han sido contratados para matarlo. El relato va llegando a su conclusión mientras el lector, junto con el protagonista, van conociendo los poderes que este último ha adquirido a través de su proceso de conversión, y el precio que ha debido pagar por ello. 



Si bien el final no es sorpresivo ni apoteósico, sí les permitía a los autores haber continuado las correrías de Riley en otra serie limitada o colección convencional. De hecho, a pesar de ser una serie corta, el mundo que rodea al protagonista está muy elaborado y resulta lo suficientemente intrigante para querer saber más. Es una lástima que estas series alternativas al mundo tradicional de súper héroes no hayan tenido continuidad, aunque se debe valorar que en esta época DC se haya atrevido a publicar este tipo de historias. En conclusión, se trata de una excelente obra que, por su temática, no puede ser ubicada en un momento temporal concreto, y por lo tanto, a pesar de tener más de 20 años de publicada, se lee perfectamente bien.



 

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